“Francisco Morales Lomas se vuelca en la época que le tocó vivir a Cervantes y lo recrea en la trilogía El imperio del Sol”
El el 22 de abril de 2016 se cumplieron cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra y el escritor, ensayista y profesor Francisco Morales Lomas, residente en Málaga haciendo culto al hombre, «se vuelca en la época que le tocó vivir al autor del Quijote», y lo recrea en esta trilogía «El Imperio de Sol» que tras sucesivas entregas «Bajo el signo de los Dioses» (2013), «Cautivo» «(2014) la que nos ocupa, y «Puerta Carmona», 2016, intenta acercarnos a la figura del genio y también al mito, convirtiéndolo en el hilo conductor de estas tres obras, en la España de entonces.
Francisco Morales Lomas, al confeccionar «Cautivo» se documenta en ese periodo de esplendor histórico y literario (XVI y XVII), aunque moralmente enfrentado, por ese miedo constante al avance del Islam en el mar Mediterráneo en un momento en que la apostasía se apoderaba de la Iglesia,  construyendo una historia novelada y bien ambientada.
En la novela, su autor, nos refleja la juventud de un Cervantes (Italia, Árgel) en su periodo menos conocido (y en un contexto en que honor, honra y limpieza de sangre son bienes preciados) para mostrarnos una figura de ejemplo de dignidad y entereza, haciendo del sufrimiento otro paso ligado a la vida, y del amor una fuente de la que bebemos para convertirnos en esquivos. Morales Lomas hace de Cautivo un tratado acerca del amor y su condición. “¿A caso ser cautivo no es otra forma de estar enamorado?” nos confiesa su autor.
Ya desde Árgel, el novelista narra, como si un eco que le llegara al personaje de Cautivo, su pasado de aventuras: su salida de España, llegada a Italia y sobre todo a Roma con su gran pasado cultural, pero también la lisonja e hipocresía que reina en sus palacios y, como cortesano que no haya cabida, se dirige a Nápoles, ciudad de puerto y mundana, donde decide dar culto a las armas convencido que dan más honra que las letras. Messina, Lepanto... Argel hacen de esta obra un encuentro de culturas, cada una con sus respectivas idiosincrasias, donde cristianos, moros, musulmanes, turcos judíos y renegados, los más y más perversos conviven con la libertad que les permitía vivir en Argel. Un espacio propicio para recrear un libro de época y que, Morales Lomas ha sabido plasmar el sabor que nos deja el mejor Cervantes.
Cautivo se debate entre  el sueño y la realidad pero con un recuerdo, afincado en ese Estrecho que le queda en la memoria, siendo la celda del amor la única que soporta y  acabada ésta.
“Partió el barco por la bocana del puerto y lo acompañaba un batir de alas de gaviotas cuando se vio la figura de una mujer que poco a poco se iba alejando como un sueño o que se iba acercando como el pasado, con la ardentía o el temblor que da la fantasía de la vida”. En el sabor que nos deja la libertad de una pluma bien compartida.